La esclava feliz

Arkadia

Mi ansiedad se mezcla en mi cerebro mientras viajo en el AVE, llevo todo lo que me ha mandado traer mi señor, pinzas, cuerdas, un pañuelo negro para los ojos, velas, mi ropa interior negra, solo para tus ojos. Llego a Puerta de Atocha, salgo donde los taxis y le digo la dirección al taxista… el viaje no dura más de diez minutos, me deja en la puerta, un edificio de apartamentos de alquiler se muestra ante mis ojos, pregunto por el apartamento que me has dicho por teléfono. Abro la puerta, un apartamento limpio y con las comodidades necesarias para hacer nuestra estancia allá lo más agradable posible. En la mesa veo un jarrón con un ramo de rosas y una nota al lado.

Hola, esclava, quiero que sigas al pie de la letra todas las indicaciones que vas a ver a continuación. Lo primero que harás es darte un baño para relajarte, me gusta mucho tu olor, pero este día va a ser especial para los dos y quiero que todo salga bien. Me esperarás arrodillada en medio del salón, con la mirada baja y con la fusta negra, que encontrarás encima de la cama en tus brazos extendidos hacia mí. No tienes permiso para hablar ni para levantar la vista del suelo hasta que yo te lo diga. Tienes cuarenta minutos para prepararte, no te entretengas porque si cuando llegue no te veo así me decepcionarás y seré muy severo contigo. Tengo ganas de ti».

Leo la nota una y otra vez, siento tu dominación sobre mí en cada una de las letras escritas en ella y tu cariño y amor hacía mí. Todo lo que una esclava desea de su señor. Lleno la bañera y echo un buen chorro, no tardo más de veinte minutos en limpiar bien cada milímetro de mi piel, me lavo el pelo con un champú suave, me  paso la ducha y salgo de la bañera, me seco con una toalla suave, me dirijo a la habitación y saco de la maleta la ropa con la que me quiere, veo el látigo, que tanto le gusta usar sobre mi piel para darme castigo… voy al salón, me arrodillo ahí en medio en total silencio, la mirada baja y los brazos extendidos con la fusta entre ellos, en cualquier momento entrará por esa puerta, intuiré una amplia sonrisa y una mirada de orgullo en tus ojos al verme allí tan expuesta y tan indefensa a la vez, tan entregada a tus deseos… todos mis revelos se esfuman por arte de magia, mis metidas mis provocaciones antes ti cuando cada uno estamos en nuestros hogares se van, no existen. A partir de ese momento somos un mundo aparte del resto nada ni nadie existe más que nosotros dos y lo que nos rodea entre esas cuatro paredes.

Siento abrirse la puerta, ahí está solo veo sus zapatos y un trozo de pantalón. Veo como te acercas a mí, me levantas la barbilla y me da un beso en la boca largo y profundo, yo me dejo hacer, pongo mis cinco sentidos en dejarme llevar, soy en ese momento como un trozo de arcilla sin forma y él es el alfarero que harás la mejor figura que nunca se ha hecho… sigo con los brazos extendidos con la fusta en ellos, la coge, la cimbrea al aire y de repente su orden… A cuatro patas, culo en pompa… Me pongo tal como me ordena, saco mi culo hacía fuera bien expuesto para recibir los azotes de fusta que me va a dar como bienvenida a causa de mi mal comportamiento de los últimos días… es que necesito provocarle, ganarme sus castigos, necesito sentir que piensa en mí, como yo pienso en él… los azotes no se hacen esperar, no me quejo, al menos al principio, no se si podré decir ay no más, las órdenes escritas en la carta son claras y concisas, no tengo permiso para hablar hasta que me lo diga… llega un punto en que me escuece todo el trasero, quiere hacerme aprender bien la lección, al menos por un tiempo algo más largo de lo habitual… me quejo en silencio, no quiero provocar su ira.

Una vez que ves que mi culo tiene el calor y el color a su gusto, me levanta del suelo, me pregunta por las pinzas, no contesto, me da permiso para hablar, indico donde las tengo y las va a buscar, trae docenas de ellas, también las velas rojas, y las cuerdas… acaricia mi cuerpo, penetrándome con sus dedos que hacen maravillas a mi cuerpo en la zona más recónditas de mi cuerpo… Ummm mi está sexo húmedo… creo que nunca se ha secado desde el día que le conocí, ¿como iba a estar seco estando juntos y disfrutando el uno del otro? Me pasa una cuerda por la cintura, forma un corsé con ella pasando por mis senos para que queden bien levantados, me pellizca los pezones para que sobresalgan más de lo que es normal en mí, los chupa, me mira a los ojos, sonríe y me besa acariciando mi sexo, acaricia el otro pecho, vuelve a chuparlo a succionar mi pezón,  por fin está tal como quiere, bien salido y listo para pinzarmelo y torturarlo un poco, coge las pinzas una por una, las acerca, me las enseña, coge un trozo de piel entre sus dedos y pone una pinza… una tras otra con el mismo procedimiento. Las restantes me las pone en mis labios vaginales, quiere mostrarme como si puedo aguantar unas pinzas ahí durante algo más que el minuto, es mi castigo en la distancia,.

Y ahí pinzada, atada y expuesta ante mi señor me sienta en una silla con las piernas atadas a cada una de las patas de la silla y mis manos atrás, acaricia mi pelo y empieza a azotarme, mantengo mi mirada baja hacía el suelo, azota mi sexo pinzado con la fusta para castigar mi culo, siento ardor, ganas de gritar de placer y de dolor, no se si más placer que dolor, las sensaciones se mezclan en mi cerebro, quiero prolongar el tiempo hasta el fin del mundo, pero también quiero que se acabe, voy a estallar de placer, lucho para que no sea así, no me ha dado permiso para correrme, y lo que deseo es hacerlo, le gusta hacerme llegar hasta mis límites, pero me conoce tan bien que justo unos segundos antes de llegar al climax para y deja que descanse.

Me guía hasta la habitación a base de palmazos en mi trasero… camina delante de mí. Tardamos más de treinta segundos en cruzar el camino, tiempo en el que me propina más de cincuenta azotes en mi trasero… al fin llegamos a la habitación, la cama está adornada por varios cojines, lo cual aprovecha para ponerlos de forma que bajo mi vientre quede mi trasero bien subido, me ordena que me ponga en posición y sigue azotando mi culo, esta vez con el cinturón que usa para castigarme. Azota mis nalgas, los muslos, yo cuento cada uno de los azotes y le doy las gracias en cada uno de ellos, me hace repetir unos cuantos pues no he hablado lo suficientemente alto y claro, acaricia mi trasero, siente el calor que desprende, de pronto siento como pellizca entre sus dedos y me pone una pinza, repite la operación una y otra vez hasta ponerme una docena de ellas repartidas entre mis nalgas…quiere comprobar que si se me puede pinzar, ahora cambia de instrumento, coge una vara, fina que corta el aire y que cortará mi piel en unos segundos. Azota con la vara mi culo que ya está de color rojo, con algún morado, las pinzas saltan a ritmo de la vara, siento ardor dolor, siento que me lo merezco por portarme mal, es mi castigo que debo aguantar. Deseo que sienta ganas de estar conmigo, de que me someta. No sé cuantos azotes de vara recibo, de pronto siento sus manos que recorren y acarician cada centímetro de mi trasero, oigo como se aleja, yo sigo boca abajo en la cama, no me atrevo a moverme sin que me dé permiso para hacerlo, de pronto un olor a cera de vela inunda la habitación, siento caer gotas de la vela en toda mi espalda, trasero y piernas,  calor sin quemar, otra vez a base de azotes, me quejo suavemente, al fin para y me da la vuelta, tumbándome boca arriba, hace la misma operación pero esta vez es en los pechos, forma sus iniciales en mi cuerpo con cera, quiere tatuármelo para que no se me olvide quien es mi señor  pero eso ya lo tengo tatuado en mis cinco sentidos desde el día en que decidimos andar este camino juntos.

Y hace el mismo procedimiento mas azotes para sacarme la cera, pero aprovecha para besarme,  de repente caricias y besos sustituyen a los azotes, se desnuda y me entrega su polla, sin que me diga nada, la meto en mi boca y empiezo a chuparla, a lamerla, a apretarla entre mis dientes sin morderla, noto dentro de mí como crece, oigo tu corazón bombardear sangre al mismo tiempo que va creciendo y se va endureciendo, empieza a jadear, agarra mi cabeza, marcando el ritmo que quiere que imprima en la mamada, saco de mi boca su verga, sigo acariciándola, moviéndola, lo meto otra vez en mi boca, siento su respiración agitarse, hasta que al fin explota de placer inundando mi boca con su semen, lo tomo como un triunfo.

Abre sus brazos, me refugio en ellos, es el mejor momento del día, el momento en que me siento más feliz, le he hecho disfrutar como nunca antes lo había hecho. Siento que mi mundo gira a su alrededor, soy la esclava más feliz del mundo.

Primer día

Arkadia lleva mucho tiempo conociéndome, largas cartas, algunas llamadas de teléfono y sesiones por vídeo donde la ordeno desnudarse, adoptar posturas o masturbarse a mi capricho, es obediente y se somete a mi con una alegría contagiosa y sin reservas. La pura fortuna, mi buena suerte, y una foto encontrada en un ordenador desechado me…

Entrega al maestro

Pincha en la imagen para ver el textoEnloquecidos de deseo y pasión nos arrojamos el uno sobre el otro, antes, por la calle acaricio su culo, le magreo los pechos deliciosos en el coche y bajo la mano a su entrepierna para frotarle mientras conduce por la autopista. Me gusta mirar su bello rostro, de…

Obedecerte

Arkadia {mi señor} Es bello obedecerte, me siento especial a pesar de mi condición humana. Escribo estas palabras todavía con las muñecas esposadas, desnuda y con los muslos mojados tras haber sido, como bien querías, un animal en celo. Unos minutos de relajación han hecho que vuelva a poder pensar. Estar echada boca arriba y…

Deja un comentario