Los anhelos de mi esclava ayer

Dama Blondie estuvo en mi pasado

Sea cual sea la palabra

Tumbada, recuerdo cuando le has dado el mando a V para que viera la televisión mientras has estirado tu mano hacia mí y has dicho: tú, ven conmigo. Deseo, mientras hago memoria de esta anécdota vespertina, que me beses ansioso mientras intentas quitarme la ropa para acabar follándome antes de llegar a la cama.

Anda, llévame a la India, a Egipto, a Turquía, a Iraq, a Irán, a Irlanda, a Nepal, a Tailandia. Anda, llévame contigo. A tu lado todo es emocionante. A tu lado me siento segura.

A lo mejor lo he estado, pero no lo recuerdo. No recuerdo haber estado tan relajada como hoy. A veces me he quedado dormida, pero esta vez no había sueño. Sólo relax. Primero, esa forma de follarme. Después, esa forma de acariciarme. Hoy hubiera sido día de seguir ahí tumbados los dos, toda la noche, viendo televisión, arrullándonos, quedándonos dormidos, descansando.

Pienso

Pienso en una mañana atareada, en una comida veloz antes de echar un polvo antes de volver al trabajo. En un rato de paseo antes de ir a casa a cenar. Quizá, una de esas tardes-noches de paseo entrar en esa cervecería tan curiosa en la que estuvimos probando marcas, y charlar, relajarnos, mientras degustamos alguna. En volver de ese paseo metiéndonos mano. En entrar en la cocina e intentar cocinar mientras tú me quitas la ropa. En arrojarnos uno en los brazos del otro y continuar con lo que habíamos dejado al mediodía. Pienso en leer un rato en la cama, con los cuerpos entrelazados, y en dormir hasta el día siguiente y levantarnos notando el calor de nuestros cuerpos, pensando si vale la pena desayunar o usar ese tiempo en revolcarnos antes de volver al trabajo. Pienso en una tarde de fin de semana, libres al fin de las ataduras del horario, yendo a calentar los cacharros y luego «dejarlos enfriar». En los domingos de excursión y disfraces. En las tardes de domingo, descansando de la semana. En algunas tardes trabajando cada uno en su ordenador, pero en el momento en que quisiéramos hacer una pausa tenernos ahí, a mano. En los días en que tenemos planes con otras personas saber que el otro estará ahí, a la vuelta, para escucharnos y ayudarnos a superar problemas o celebrar victorias.

Momento de tranquilidad

Tengo un instante de silencio, no hay nadie alrededor, y aún no estoy muerta de cansancio. Ante esta novedad aprovecho para sumirme en mis pensamientos. Sé que era algo sobre lo que he leído en el periódico, pero da igual, divagando, divagando, acabo, como siempre, pensando en ti. El caso es que no logro olvidar tus cachetes. Ni tu pelvis moviéndose contra mi boca. Ni los golpes de tu cadera sobre mis glúteos. Ni el cosquilleo del vello de tu pecho sobre mi cara cuando estás sobre mí, y me agarras la cabeza. Mi tiempo ha terminado, ha sido muy corto. Pero que sepas que aprovecho esos momentos para pensar en esas cosas.

Una habitación, una cama, y nada más

 Con las luces apagadas el contacto es más intenso. Mis manos anhelan tu pecho y transmito mi deseo acariciando tu piel. Dirijo mis dedos hasta tu boca, y te acerco a mí. Retengo tu labio entre los míos, es carnoso, sensual. Juego con mi lengua, busco la tuya, exploro tu boca. Usas tus dientes, me excito aún más. Busco el aroma de tu cuello. Necesito lamerlo, morderlo, con las manos siento la tensión de tus hombros, de tu espalda, de tu cintura. Gírate, túmbate, quiero seguir besando tu cuerpo, tu pecho, tu vientre. Y ahí se yergue, poderosa, triunfal, tu erección, esperando el tributo de mis manos y mi boca. Así que me postro ante ella, y me dejo llevar por la gula y la lujuria, lamiendo, rozando, chupando, acariciando, mordisqueando, frotando, besando, sorbiendo, ansia imparable. Saltas descontrolado y me aprisionas las piernas, a mis espaldas arremetes una y otra vez contra mis caderas, mientras haces presión sobre mi espalda. El ritmo acelera, estás dentro, estás fuera. Hablas. Estás dentro, dentro, dentro, me aprietas, fuerte, muy fuerte. Fortísimo. Y te vacías en mí. 7 de agosto. Eso significa que ya ha pasado una semana entera. De cuatro, no está mal.

Contigo

Yo abro las piernas esperándote, disfrutando de cada una de tus entradas y salidas, notando tu movimiento con cada célula de mi piel. Deseo que sujetes mis manos para sentirme totalmente controlada por ti. Mis pezones se endurecen al notar la carne de tus labios y el filo de tus dientes. Y empiezo a gemir, muy bajito.

Claro que la siento. Solo puedo sentir, todo mi cuerpo está volcado en tus movimientos, te espera impaciente cada momento que no estás dentro.

Mientras rozas con tu lengua mi clítoris comienzo a perder el control, que recupero difícilmente, para seguir disfrutando de la pericia de tus expertas manos. Mi cuerpo no quiere esperar. Necesita que lo penetres, notar cómo chocas contra él. Empapada, oigo tus jadeos tan cerca de mi oído que me excito hasta límites insospechados.

¡Oh, mi señor, mi señor, sigue! Contrólame, poséeme, embísteme, hazme sentirte en todos mis rincones. Sé mi dueño…

Puedo sentir cómo me llenas, noto tu grandísima excitación dentro de mí. He perdido el control. Solo puedo gritar de placer.

Te deseo. Cosa evidente con la de travesuras que estamos haciendo en persona. Con las conversaciones subidas de tono. Con los primeros planos en webcam.

Te echo de menos. Jué, si te echo de menos. Muchísimo, ahora además se mezcla con la impaciencia de dentro de dos días, estoy absolutamente de los nervios solamente porque no soporto unas horas cuando resulta que he aguantado un mes de espera. Pero cuanto más se acerca el momento más impaciente estoy.

Quiero follar contigo siempre. Hacer el amor, consumar, practicar el sexo, el coito, joder, fornicar, besarnos, acariciarnos, hacer el salvaje, contigo. Quiero que estés siempre satisfecho.

La dama se ofrece

Asteria pasa a ser Dama Dama {Maestro Látigo} dice: me encanta que me pegues, me encanta que descargues el látigo sobre mí, me encanta que tortures mis senos, me encanta que me sueltes una torta y me dejes perpleja para luego embestirme mientras me aprisionas las muñecas y que me claves los dedos, las uñas,…

Deseos

Asteria Esclava: Oh, mi amo, deseo que hagas de mí lo que quieras, espero ansiosa el día en que te vea, todos los días hago el rito y todos los días me pondré en el cuello el collar de posesión que me adjudiques. Soy tu esclava y haré cuanto desees, eres quien dispone. Mi cuerpo…

Calentón de Asteria

ASTERIA {MAESTRO LÁTIGO}:    Mi dueño. Somos dos. Como tú desees. Sí, pensaba en sexo. A tres veces al día sí toca todos los días. Te deseo. Buá, qué ganas. «Antes o después tendrás que preñarme ;P «. No concibo la vida sin ti. Es como un inmenso y terrible agujero negro. Ocupas todos mis pensamientos.…

La lascivia de Asteria

Asteria dice: Puedes tener lo que quieres. No puedo evitar tocarte, sentirte entre mis manos. me encanta apretar tus nalgas hacia mí, intentar que llegues todavía más dentro, incluso cuando es imposible. Me gusta rozarte, acariciarte, arañarte, apretarte, empujarte, y sobre todo me encanta que me controles, que me inmovilices, que te sientas dueño y…

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