Él propone un juego. La única condición es hablar cara a cara, en un local público, sin tocarse uno al otro ni bajar el rostro ni hablar en voz baja. Ella acepta y empieza la primera JORNADA:
Esclava Asteria: ¿te tumbarías conmigo? ¿y me besarías a menudo? Y caricias, uffff… el hielito de esta tarde me ha hecho fantasear mucho contigo. Luego me dices que te provoco.
Maestro: y lo haces
Esclava Asteria: y tú a mí [pone una foto de ella sobre la mesa, aunque nada se ve es evidente que está desnuda]
Maestro: la mejor, oscura, personal
Esclava Asteria: sí, me la hice anoche
Maestro: antes, después o durante
Esclava Asteria: … después, justo después, quería pasártela ayer pero no me dio tiempo, la dejé pendiente para hoy.
Maestro: me gusta montarte
Esclava Asteria: hummmm ¿cuándo me lo enseñas? ¿lo harás, ¿verdad? ¿verdad?
Maestro: quieres todo: el sobre, las fotos, a mí
Esclava Asteria: claro, ¿por qué no iba a quererlo todo? nadie me ha dicho que tuviera que elegir. Tengo que irme a hacer el rito, se me ha olvidado [se marcha al baño. Él arranca la colilla y enciende un cigarro, lo ha terminado cuando ella regresa]
Esclava Asteria: ya estoy, oiggggggg. Es que eres taaaaaaaan atractivo. Aún tengo más fotos que enseñarte

Maestro: ¿te imaginabas cosas eróticas conmigo antes de acostarnos?
Esclava Asteria: ehhhh… no muy eróticas porque ni me atrevía, pero sí. Empezaba a fantasear sobre… a ver cómo lo explico. Sobre cómo llegar hasta ti. Luego en cuanto me metía en materia me levantaba y me ponía a hacer cosas, para no pensar más, te digo que no me atrevía porque me parecía una cosa tan imposible y tan alocada que lo mejor era olvidarme de ello, y esa no era manera. Llegué a escribir un comienzo de cuento, sobre mis entradas y pensamientos al llegar y al volver a casa, y por las noches, pero lo borré por dos motivos: uno, porque me parecía muy osado decidir qué pensarías tú. Dos: me estaba quedando muy Bridget Jones, y no, ni hablar, todo menos eso. Pero fue mi primer archivo de word en el MAC. Lo guardé, luego me dio miedo que lo viera alguien de radio, porque era el pc que usaba para radio, y al releerlo me espantó y lo borré. Había decidido dejarme de tonterías, y dejar de fantasear, pero me pasé las vacaciones contando los días para volver al periódico mañana y tarde y cuando fui al programa de radio de RNE con el debate de Caldera y Ana Pastor, te dije si querías tomar un café conmigo y eso fue, vamos, que me quedé sin fuerzas para todo el día. Dijiste que sí ¡y menos mal! ya ves. Porque entonces no te pedía ni que salieras conmigo a fumar. Porque creía que se me notaba tanto que estaba pirrada por ti que me daba terror hablarte, no porque te tuviera miedo sino porque tenía miedo a que se me notara algo, o a pedirte tomar algo y si no venía nadie más, yo a lo mejor no abría la boca, yo que hablo por los codos, contigo me cuesta horrores y entonces ni te digo no podía ni murmurar el gracias. De hecho me tiré meses así pensando que no pasaría nunca nada. Me hubiera sentido muy ridícula si lo hubieras pensado tú o alguien lo hubiera sospechado, yo me quedaba hasta el final de las cenas, pero me aterrorizaba no tener tema, y además en cuanto se iba la gente, tardabas dos segundos en apurar tu copa

Maestro: sí, cuando salimos del Irlandés y bajamos andando me mirabas como quien mira al mar
Esclava Asteria: Uf, es que estaba muy muy colgada
Maestro: y luego se te pasó
Esclava Asteria: No, luego pensé que había quedado en evidencia así que di un paso atrás y me encerré en mi caparazón
Maestro: y habías quedado en evidencia y eso me desorientó.
Esclava Asteria: vaya, pues creí que estabas dándome unas largas muy elegantes y cuando quedabas con Javi y conmigo te ibas de golpe y yo convencida de que venías por él pero que yo sobraba. Yo aún no me explico cómo me pude abalanzar sobre tí. No lo he pasado tan mal en mi vida como esa noche.
Maestro: cuéntame esa noche
Esclava Asteria: era por la tarde, cuando nos quedamos las chicas y yo y luego fuimos de cervezas y después cuando se fueron te pusiste a andar y yo pensé: quiere irse a casa, bueno, le acompaño, por lo menos estoy un rato más con él, me había hecho a la idea de que eso es lo que iba a conseguir de ti y punto pero paraste en aquel sitio, por causas menores (a mear) y nos quedamos bebiendo cervezas y entonces empezaste a contarme cosas personales, ya para entonces me había conseguido colar en “mi señor” y ya me habías hablado de Luna, así que bueno, me sentía privilegiada por saber algunas cosas que otras personas no sabían
Maestro: que todas las demás no sabían, como lo de amanteasmodeo

Esclava Asteria: pero joder, unos días antes me enseñaste una foto de la chica, que era una preciosidad, así que cuando la vi me volví a guardar las ganas en el bolsillo, sí bueno, parecía que me alentabas a investigar, decías que eso te llamaba la atención de mí, así que supuse que no te molestaría. Bebía de tus historias todos los días, las apuntaba, ¡leches! tengo frases hechas, programas de radio, explicaciones, citas de libros, reseñas, anécdotas, fechas, canciones. Yo en la cena del periódico daba saltos de alegría, porque podía hablar con vosotros de películas bélicas, etc. Pero me dio tanta vergüenza decir que era yo quien las veía que te dije que eran de mi marido, en la cena del chino aquel. Que ya entonces fui la última en irme, junto a Yago. Y me centro en la tarde en la cervecería aquella. Había bebido, sabía que sabías que te miraba como te estaba mirando, y te reías. Creí que me estabas siguiendo el juego, pero nada más. El caso es que te vi tan cerca al coger el taxi… Pensé que si no lo intentaba, no iba a volver a tener una oportunidad como aquella
Maestro: ¡con la mano en la puerta del taxi!
Esclava Asteria: y mejor no hablemos de la vuelta a mi casa. Imagina, me muero, tierra trágame, bueno, tenía ganas de darme de tortas, llamé a la bruja y se lo conté todo, por supuesto no pude dormir por tanto iba tan grogui al día siguiente que ni nerviosa estaba. Luego te vi en el msn y me tranquilicé un poco, por cierto, que si no te me llegas a acercar a la mesa a decirme que qué día prefería, nunca jamás hubiera sacado el tema de la cena y tragué bilis al principio de la cena, otra vez los hombros totalmente rígidos.
Maestro: pero luego éramos dos comiéndose a besos, tocándose, en medio de la calle
Esclava Asteria: sí, llegué a casa con los ojos en las manos, porque estaba tan que no me cabían en las cuencas, no podía creérmelo, bueno, pensé que a lo mejor la cosa se quedaba ahí, y estaba un poco angustiada, la verdad. Ya, lo conseguí, pero no estaba mentalizada para ello, me había pasado… espera que cuente casi seis meses mentalizándome de lo contrario. El día de tu cumpleaños me diste un beso y me dijiste que era un cielo y casi salgo corriendo de la redacción porque me iban a caer dos lagrimones… y eso fue un mes antes de la cena
Maestro: ¿y el primer día que quedamos en los apartamentos?
Esclava Asteria: Uf, era otro planteamiento, yo sabía porque me habías dejado bien claro, qué es a lo que te ceñías tú; yo no, pero me conformaba con eso, porque pensaba, bueno, total, puedo admirar el trabajo y la vida del periodista, querer al escritor, y desear a mi señor, perfectamente diferenciado y distribuido. Así que bueno, estaba cortadísima pero quería, uf si quería

Maestro: ¿te gustó?
Esclava Asteria: me gustó mucho, muchísimo, lo suficiente como para tener miedo de no repetir, estaba cómoda con tu cuerpo, sí, sí, podría haber sido raro, chocante, no sé. Sin confianza, me diste intimidad enseguida, gracias. Se me han olvidado cosas que recordaré en otros momentos, y cuando vuelva a salir el tema, te las contaré, pero vamos, esto es lo básico. Ahora me cuesta poco contarte mis confidencias, enhorabuena, lo has logrado. Que conste que me habría conformado con lo que me hubieras dado. Además quiero que sepas eso, que desde te conozco has sido tú, tú y tú. Ya me entiendes.
Maestro: y mi gemelo, el del baño
Esclava Asteria: pero yo de él no conocía su existencia
Maestro: si me lo dijiste tú en el Botel, que estabas segura que había un relevo en el baño para aguantar el ritmo
Esclava Asteria: fue intuición, sí, es que era inconcebible tanta energía, pierdo el control del tiempo contigo, se me escapan las horas, es increíble. Bebe otra cosa [le pide, apartando el vaso de Movkovskaya]
Maestro: sí, prefiero beberte a ti pero me apartas la cabeza cuando «te bebo»
Esclava Asteria: ¿te aparto la cabeza alguna vez?, suele gustarme todo lo que haces y me haces

Maestro: me acuerdo del masaje que te di. Disfruté haciéndolo
Esclava Asteria: yo sí que disfruté, claro, que es lo normal, yo era la que ponía la espalda (y alrededores) fue una tarde y noche perfectas. Bueno, casi, irme fue la única imperfección pero vamos, yo te lo agradezco qué ganas de hacerte eso ahora mismo (para empezar) No sé cómo llamarte. a veces pienso en «mi señor», pero me suena taaaan impersonal, ya sé que no debería serlo, pero me parece que crea distancia, excepto para responder que sí, ¡señor! o con el juego sexual. Mi hombre me gusta, porque me da la sensación de que eres mío, pero suena muy manido, demasiado tópico. Por eso me suele salir decirte simplemente: mío, mío, mío.
Maestro: tengo que hacerte un pijama con la lengua
Esclava Asteria: ah, bueno, entonces vale, y otro con tu cuerpo para las tardes de invierno, aviso, soy muy friolera, muuuuucho
Maestro: te calentaré
Esclava Asteria: lo sé, incluso cuando no quieres. Aaahhh estaba pensando en una parte de ti, una que cuando estamos juntos parece alegrarse de verme, snif. A mí me gusta aprisionarla, pero procuro tratarla lo mejor que puedo, sé que le gustan mis caricias, y mis masajes y la quiero tanto que a veces no puedo parar de besarla pero besos con lengua, ¿eh? sin mariconadas.
Maestro: lo que te decía, no te ve y ya está alegre, erguida, a la espera. La miro y la digo: ingenua, lo que te queda
Esclava Asteria: pues qué pena no poder ir a su encuentro, con lo que me gusta abrazarla con mis manos. Me encanta notarla tensa, pendiente de mí, contenta, excitada y me gusta mucho darle placer, me resulta tan placentero darle placer como a ella recibirlo. Me excita verla excitada, aunque a veces me gusta sentirla sin verla

Maestro: buceando en ti
Esclava Asteria: en mi interior, buscando el roce con partes de mi cuerpo que no están a la vista y no me refiero a la garganta, que también.. Qué fuerte se vuelve, y con qué fuerza embiste, y cómo la siento… noto su forma, su movimiento, su calor… y cuando está tan excitada que acaba estallando de placer, noto cómo se vierte, y eso me pone muuuuuuuuuucho pero me gusta cuando trabaja en equipo, con tus piernas, con tus manos, con tu boca, con tu cuerpo. Porque mientras ella está dentro a mí me gusta buscar tu espalda y necesito agarrarme a ti desesperadamente, y cuando me vuelves loca de placer tengo que buscar algo que agarrar, la esquina de una cama, un cabecero… tus brazos, pero lo necesito, me ayuda a sentir más fuertes tus movimientos, y además necesito hacer fuerza con las manos, están crispadas de placer, es curioso. No puedo controlarme. Igual que cuando estoy llegando y te tengo cogido de la espalda, tengo que hacer esfuerzos para no arañarte El pasado sábado estuve un par de veces, la última vez, a punto de pedirte que me pusieras las esposas, pero tampoco quería interrumpirnos, estábamos en pleno apogeo, es que me entró el ansia de tener las manos atadas muy avanzado el momento. Mmmm… me está entrando una sed de ti que no es normal, en una mesa, en una silla, de pie contra la pared, hum, no veas la de graneros que he visto hoy y en cada uno me he imaginado retozando contigo.
Maestro: doblada sobre mi mesa de despacho, reteniendo tus manos a la espalda mientras te poseo y te tiro del pelo hacia mí para volverte y besar tu boca
Esclava Asteria: previamente, habrías estado tú de pie, apoyándote en la mesa, mientras yo arrodillada buscaba tu placer con mi boca y mis manos, también tendrías mi pelo a mano, podrías poner tus manos sobre mi cabeza… yo buscaría tus puntos más sensibles por debajo de tu cintura con las manos, y con la boca te besaría, te lamería, te chuparía, te tragaría, te rozaría con los labios, te acariciaría con la lengua.

Maestro: y mis manos se enredarían en tu pelo, buscarían tus senos, enmarcarían tu cara mientras me excito viéndote hacer
Esclava Asteria: sería después cuando me harías ponerme de pie y me doblarías sobre la mesa, me subirías la falda, y me tomarías, mientras retienes mis manos a la espalda, mientras me tiras del pelo, mientras me mueves hacia delante y hacia atrás y me oirías gemir… y pedirte más. Tendría mis caderas a tu disposición…
Maestro: y mis manos las aprisionarán para penetrarte más dentro, más fuerte, más rápido, pongo las esposas en tus muñecas y te agarro por los hombros. Quiero entrar del todo en ti y quiero oirte gritar el nombre que sólo tú usas
Esclava Asteria: grito, claro que grito. Hum, mi señor… no me oyes, hazme gritar más, pídemelo

Esclava Asteria: un escalofrío recorre mi espalda, noto tus dientes, el calor de tu cuerpo, y cada vez el placer es mayor, no puedo parar de gemir, intento mover los brazos pero no puedo, eso me excita todavía más. La temperatura sube, y te oigo, escucho tus susurros que me provocan hasta espasmos de placer, me tiemblan las piernas, sé que estás tan cerca de explotar que empiezo a notar como el calor sube por mi cuerpo, empiezas a gemir, sé lo que viene ahora, el placer es insoportable y me tiembla ya todo el cuerpo, estás TAN dentro de mí que exploto yo, grito, estoy gritando. No puedo parar de gritar. Siento que todo me da vueltas, solo noto placer. No hay nada alrededor, me gustaría coger tus piernas con las manos, pero siguen atadas y me olvido, me concentro en tus manos en mis pezones, me vuelven loca. Por favor, viértete en mí, córrete. Quiero sentirte. Cómo me gusta notar cómo te viertes, no pares, sigue, aunque sea suavemente, quiero seguir sintiéndote, cada vez más. Oh, por favor, por favor, me encanta ese movimiento cómo te relajas después del gran momento, consigues que mantenga mi placer en un tiempo prolongado. No es fantasía, te lo estoy contando, disfruto tanto con tus besos… intento pasar tu cabeza entre los brazos esposados para poder abrazarte y estar bien apretada contra tu cuerpo

Maestro: de sabernos únicos el uno para el otro, de mirarte a los ojos y ver en ellos una pasión sin igual, volverte a besar
Esclava Asteria: cómo no voy a sentirla por ti y tenderme a tu lado sabiendo que, en cuanto quieras, puedes ponerme de nuevo en acción. Te acurrucas junto a mí y tus manos dibujan arabescos en mi pecho, es que es tan tentador, que como no esté completamente agotada seguiría provocándote horas, y horas… (y más horas) y tus piernas disfruto tanto acariciándolas…
Maestro: sonrío y acaricio tus piernas, las miro incluso en público y me digo para dentro, han sido y serán mías
Esclava Asteria: en ese momento son tuyas, pero en secreto y sin tocar. Te están deseando, cuando las miras
Maestro: sabes acariciarme las piernas, lo has demostrado, y me gustan que revalides tu título, te pregunto si has gozado y sonríes sin contestar
Esclava Asteria: no sé si sé, pero sí que me encanta. Y disfruto haciéndolo, y oyéndote dar respingos cuando lo notas con más fuerza
Maestro: recorres todo mi sexo, sin excepciones

Esclava Asteria: es que contestar que sí es quedarme corta. Y decir otra cosa puede que te lo tomes como una exageración, así que prefiero decirte que cuando te sonrío es porque he gozado tanto que no tengo palabras. A veces me dan ganas de decirte que me da la sensación de que mi cuerpo se hizo para tus manos, porque está tan a gusto con ellas… y ellas parecen conocerlo tan bien…
La verdad es que no esperaba. Me has pillado por sorpresa. Yo me había dado por vencida. Seguí el camino, pero pensaba seguir sola. Ahora estoy pletórica por la compañía encontrada. Hasta luego, entonces. Mío, mío.
Los dos se levantan y se marchan del local en distintas direcciones. La historia continuará.
Más de Asteria
Esclavizada…
Asteria {mi señor} Primera, chirrían las ruedas. Segunda para acelerar y adelantar al pasmado del Ibiza azul. Tercera cuando dejo al coche atrás y cuarta cuando la noche es mía. Acelera que el semáforo está en ámbar, frena, porque suena el teléfono móvil. Paro en un rincón. ‘Estoy solo’. ¿Y enfadado? No quiero llorar más.…