Contemplando a Tetis

Asisto inerme al espectáculo que me ofrece mi sumisa Tetis. Sus manos, esas que deseo engarfiadas a mi polla, azotan el culo que deseo traspasar, sonoras sin miedo, mientras su delicada piel enrojece. Una tras otra, medio centenar de veces. Desnuda su espalda y el cinturón la recorre restallando, escucho sus gemidos, se dobla, vuelve a azotarse, una y otra vez. Mi látigo la envidia. Me muestra su culo enjoyado y su sexo ocupado por las bolas chinas que pugnan por salir de donde yo quiero entrar. En su muñeca baila la pulsera infinita que nos representa.

Obedece mis órdenes y se masturba, deliciosamente vestida con un corpiño y medias negras, el collar alrededor del cuello que apretaré. Sus ojos azules me miran, sus dedos recorren su sexo, gime de placer, su rostro hermoso me turba, la boca abierta, ofreciéndose. Amasa sus senos, pellizca sus pezones. Estoy enervado, excitado, casi fuera de mí. Es tanto mi deseo… Sus muslos abiertos, la carne sobre las medias negras resplandece, introduce sus dedos en el culo, se sodomiza para mí. Su boca se me ofrece, lujuria, puro deseo de su señor. Un paso más, sus ayes exclamados, mientras penetra con goma y metal su sexo y su culo para mí. Ropa negra y piel carnosa, estoy encendido, soy puro fuego mirándola, admirándola. Satisfecho de su obediencia alegre y entregada, subyugado por su rostro de placer. Eres mi perra, mi puta exclusiva, la mujer donde quiero campear a mi deseo.
Es ella, la pasión donde quiero revolcarme hasta convertirla en pura hembra en celo. Mi Tetis, la senda, el camino, la meta.

La decisión

Escribe Asteria {mi señor} En la cama –bueno, en el sofá, en el suelo, en la mesa, en la silla y donde caiga- según avanza nuestra relación, tengo más ganas de ser sometida. Quiero que él me posea, me tenga, me sienta suya, que disponga de mí y sienta que tiene el derecho a disfrutar…

Hazme tu esclava

Arkadia {mi señor} Comparezco ante ti con la cabeza gacha y con ojos implorantes de castigo. He tenido miedo y he escapado, en esta era lamentablemente es muy fácil hacerlo para los cobardes, y yo lo soy. También es cierto que hay que ser valiente para volver sobre los propios pasos y agachar la cabeza…

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