Cibersexo en presencia

Tau es voluptuosa en caderas, pechos y labios. Tiene una hermosa cara con unos ojos preciosos que se empeña en cambiar de color en las fotografías.

Llevaba tiempo pensando enviar a Ito a verla. Se lo propuse: «Tau, vamos a tener cibersexo y cuando yo diga te lo hará Ito en mi nombre». Al principio se resistió a la idea poniendo mil excusas, nunca un no descarado. No volví a sacar el tema hasta que me avisó que se quedaba sola en su casa unos días que yo no podía acudir a poseerla. «Enviaré a Ito el sábado a las siete de la tarde».

Ordené que conectara la cámara de su ordenador ante de la llegada de Ito, no quería perderme el encuentro. Sonó el timbre, Tau se alisó el vestido -no quiero pantalones cuando haya sexo- y se echó una mirada en el espejo de su entrada, pasándose la mano por el pelo. Entonces abrió y en la puerta estaba Ito: «Hola. Vengo en nombre del maestro. Estoy a sus órdenes». Cuando pasó, Tau le miró el culo y las espaldas. Una leve sonrisa relajó su semblante.

Llamé su atención. «Hola, bienvenidos. Sin dudas ni titubeos. Tau, levanta la falda y muéstrame tus tatuajes. Ito, tócala por encima de la ropa, donde quieras, pero por encima. Tau, no quiero que hagas nada. Solo mira a la webcam».

Ito comenzó a pasar suavemente sus ágiles manos por encima del cuerpo de Tau, que empezó envarada. El buen hacer de Ito consiguió que Tau relajase sus labios, la veía mirándome a través de la cámara, notaba como, a su pesar, se iba excitando. Movía los hombros y entrecerraba los ojos.
– Ito, magrea sus pechos, beso su escote y su cuello.

Tau echó la cabeza hacia atrás, la boca abierta, las hábiles manos masculinas amasaban sus pechos generosos mientras su boca se hundía en el escote para ir ascendiendo por el cuello de Tau ofrecía. Durante un instante las manos de ella parecerían cobrar vida hasta que mi mirada en la pantalla las volvió a dejar inermes. Esperé a que Tau estuviera bien excitada, entonces ordené: «Ito, dóblala sobre el respaldo del sofá, levanta su falda y azota su culo»

Tau fue caminando al sofá volviendo la cabeza para echarme una mirada. Se puso como ordené. Ito levantó su vestido hasta la cintura. Comenzó a darle nalgadas, primero suave y despacio, luego le hice una seña desde la pantalla para que intensificara los azotes en el culo de Tau, quien se estremeció y su cara pasó de la sorpresa al ludismo. Intervine: «Ito, ahora saca la polla y golpea sus nalgas con ella».

Tau comenzó a mover el culo al sentir la polla de Ito restregarse en su trasero sin penetrarla. Tenía la cabeza vuelta hacia la pantalla, mirándome, como la guerrera victoriosa que ha aceptado un desafío y sabe que lo superará. Lo que Tau desconocía es lo larga que iba a ser la sesión que les imponía. «Ito, lame sus nalgas y le comes el culo, abriéndolo con tu lengua». Ito tenía la cara hundida en el trasero de Tau, en la cara de ella los labios temblaban susurrando algo inaudible. se retorcía entre dejarse llevar o mantenerse hierática ante mi pantalla. «Tau, no susurres, grita».

_ Maestro, estoy cachonda y me gustaría que me ordenases lo que tengo que hacer.

_ Ito, desnúdala, túmbala boca arriba y besa todo su cuerpo. Tau, no le toques con las manos pero permite a tu cuerpo sentir.

Ito la beso empezando por los brazos, hombros, cuello, mejillas, le succionó los pezones y mordisqueó sus pechos empitonados, descendió por su vientre, giró en la cadera y bajo por la cara exterior de los muslos. Ascendió por la parte interior de las piernas de Tau que se abrían palpablemente. Ito besó su monte de Venus y se internó su sexo. «Succiona su clítoris, lame su coño».
_ Soy tu puta, maestro, pídeme lo que quieras, cualquier cosa la haré para agradarte.

Tau había recogido las piernas, facilitando el acceso y sus manos volaban para coger la cabeza de Ito. «Quieta, disfruta pero no toques». Tau pellizcaba la alfombra, se retorcía mientras Ito devoraba su sexo con ansia. «Ito, ahora dale palamas en el coño». Tau salta ante cada palmada, sus fluidos salpican, «que me follen, que me follen, maestro, haz que me folle».

Ordené a Ito terminar de desnudarse. Tau se incorporó sentada en el suelo. No miraba la pantalla sino a Ito, a su polla henchida. «Tau, ponte a cuatro patas mirando a la cámara. Ito, arrodíllate detrás de ella y coge el dildo transparente de la mesa. Lo lubricas y se lo metes por el culo, luego al follarla tu cuerpo lo impulsará dentro de Tau». Ella miraba a la pantalla con los ojos como platos. Ito comenzó despacio a sodomizarla con el dildo, la cara de Tau iba de un gesto a otro, hasta que Ito la afianzó de las caderas para follarla. «Azota sus nalgas». Tau aullaba, el rostro descompuesto por la lujuria, la boca abierta y la lengua fuera. «Sí, sí, sí, maestro, dame más, quiero más».

«Ito, no te corras. Cuando vayas a llegar ponte de pie». En pocos minutos Ito obedeció. Tau estaba chorreando flujo vaginal y con el dildo perforándole el culo. «Tau, ponte boca arriba y sujeta el dildo en tu trasero con el suelo. Ito, fóllala las tetas, tú puedes usar las manos, ella no».

_ No aguanto más, jefe, voy a verterme.

_ Hazlo en la cara de Tau, mientras ella se masturba.

Tau hundió sus manos entre sus muslos y las movía frenéticamente mientras miraba a la cámara ofreciendo su hermoso rostro al semen que derramó Ito en abundancia, mientras ella llegaba al clímax al sentir la lefa en su piel.

_ Maestro, maestro, vuelve, vuelve pronto, quiero que me empales en tu polla. ¡Qué placer! Tienes esclava para siempre conmigo.

_ Ito, ata a Tau a la puerta y azótala con el látigo que ella misma te proporcionará.

Los gemidos de dolor y placer de Tau volvieron a hacer que Ito se excitara. Le ordené que pasara hielo por la espalda de ella, donde había sido azotada y sonreí con los respingos de Tau, atada a la puerta de manos y piernas pero retorciendo las curvas de todo su cuerpo.

«Abrázala desde atrás, pega tu cuerpo a su espalda y juega con sus tetas, mientras frotas tu polla contra ella». Ahora empieza la verdadera sesión, ya sin las prisas del primer encuentro.

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