Alen, en mi adolescencia

Siendo estudiante de instituto de 14 años me sedujo una estudiante de Magisterio. Conocí a Alen, una diosa extremeña, de belleza suave y delicada. Era una muchacha que me superaba en edad y todo lo demás. Yo estudiaba Bachiller en el Instituto y ella, Magisterio tras la verja metálica que separaba ambos mundos cerca de la Glorieta. “Amar es un bello deporte siempre que el cazador no se enamore de su presa” decía. Con ella conocí a Leonard Cohen y la alegría de vivir. Alen estaba entonces enamorada de Miguel, el hermano de Papi, el jefe del grupo de exploradores. Miguel tenía ese plante canalla que tanto gustaba en los setenta. Me usó como clavo para sacar otro clavo. Creo que le gustaba de mi aspecto rebelde y melenudo.
Estuvimos una mañana en casa de Jorge, el hermano gay de Alfredo, el anarquista. Me habló del beso perfecto. Mi boca aún la añora. La di placer de forma torpe y arrebatada. La gustaba mi sexo animal, tan alejado del suyo refinado. Cuando devoraba su entrepierna con mi boca, hundía sus dedos en mi melena y me empujaba hacia ella, más adentro. Musitaba, entonces, las poesías de Cohen: “Las quinceañeras que yo desee cuando tenía quince años las tengo ahora, os recomiendo a todos que os hagáis ricos y famosos”. Lo hacía con su suave acento de Badajoz, con esa voz femenina que acariciaba mis oídos y mi mente.

Sabía posar para las fotos y para la vida.

Las chicas de Ibertex

Ana Era una bailaora pelirroja. La conocí en Ibertex, un sistema anterior a Internet. Se presentó en un bar de Malasaña con su pelo rojo pálido tras asistir a una conferencia mía en el Museo Etnológico y verme en la distancia y el anonimato, tras unos días escribiéndonos. Me debió valorar positivamente porque nos citamos.…

Mirando atrás

La hospitalidad Conocí por casualidad a una pareja de chicas vascas, muy hippies. Le tramité el alquiler del sexto piso en el edificio donde vivía. Por las mañana a la mayor, la quitaba El País del buzón y se lo comentaba a bolígrafo, luego se lo dejaba de nuevo. Me dijo que la encantaba. Era…

Mar e imperio

Bromeábamos sobre citas y encuentros pero no acudí, tiempo después me dijo que ella fue a todos. Uno de ellos sí me sonó real. Ignoraba aún si aquello era una broma. Subí nervioso las escaleras con mi cumpleaños reciente y dudé un rato, a oscuras ante su puerta, antes de llamar. ¿Y si al abrir…

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